jueves, 18 de febrero de 2016

Comer con niños



Aun recuerdo lo mal que lo pasaba de pequeña cuando llegaba la hora de comer. Siempre fui menuda y delgada, y por supuesto, comía poco. Mi abuela, una cordobesa que había vivido la posguerra, quería verme rollitos en las piernas y los brazos, en cambio yo tenía brazos largos y delgados.
Lo que más me gustaba era el desayuno, leche con galletas o cualquier dulce que mi abuela cocinase que eran espectaculares.

Mi abuela lo intentó todo, vino dulce, cerveza, calcio 20, y vitaminas, muchas vitaminas, pero yo seguía sin apenas apetito. Menos mal que a mis cinco años nació mi hermana y menos mal que era como yo, "mala comedora" y me dejaron un poquito tranquila.

Os he contado este tostón para poneros en antecedentes. Con la experiencia de mi niñez no quería por nada del mundo que mis hijos sufrieran con las comidas, yo quería que disfrutaran comiendo, cosa que yo nunca había hecho, que no lo pasaran mal y que fuera una experiencia divertida y agradable.

Con mi arañita mayor fue realmente fácil, siempre ha comido de todo, disfruta cocinando conmigo y, aunque de pequeña las ensaladas no le gustaban demasiado, ahora se muere por probar las diferentes variedades de lechugas y mezclarlas.

Mi arañita mediana, Elsa, es muuucho más complicada, come poquísimo y no quiere probar alimentos nuevos, con ella comprobé lo difícil que es una niña "mala comedora", pero no la obligué a comer (a menos que viera que me estaba tomando el pelo, ahí sí). En lugar de eso, al ver que se saciaba con apenas tres cucharadas, lo que hacía era darle de comer a menudo, le ofrecía fruta, galletas o purés cada poco tiempo, de ese modo la niña no perdía peso y con el tiempo aprendió a comer como cualquiera de nosotros.

Mi pequeño arañito, fue mucho más fácil que cualquiera de las niñas, a él le gusta todo, lo que más probar cosas nuevas, con siete años que tiene, hace unas semanas escuchó que la papaya limpia la sangre y está deseando que la compremos porque dice que su sangre debe estar sucísima porque nunca la ha comido, ja, ja, ja.

Con ellos aprendo cada día, y veo que no hay una manera concreta de hacer las cosas, cada uno tiene unas necesidades. Lo que esta claro es que a lo bestia no se puede, porque al final se cierran y dejan de comer.

Yo, con familiares y amigos, puedo decir que he visto de todo. Niños que vomitan y se lo hacen comer, niños que comen el mismo plato hasta que se lo acaban (pueden pasar días) castigados a comer solos en la cocina...

Así que Arañitas, haced que vuestros peques disfruten y sean felices a la hora de comer, porque es algo básico.

Sed felices Arañitas Mías!!!
Besazos!!

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