lunes, 23 de noviembre de 2015

¿Viajar? ¿Yo?




                     ¡Odio viajar!

Infinidad de veces mis amigas me han dicho que tengo que escribir sobre mis aventuras cuando planeo un viaje. La verdad es que desde el primer viaje que planeé con mi marido, entonces novio, se me iban quitando las ganitas de viajar de a pocos.
Por eso y porque viajar con un niño es complicado, con dos un pelin más y con tres mira, que mejor te quedas en casa y te lo ahorras. A pesar de todo, soy una mujer optimista donde las haya (quizá de más) y me gusta disfrutar y conocer sitios nuevos (o me gustaba), así que sigo en mi empeño.

Os voy a contar mi primer viaje, vale, vale, el intento del primer viaje romántico planeado por mi.


Poneos en situación, veintiún añitos, ya vivía con mi chico, verano. Decidimos lanzarnos a la aventura e irnos a algún sitio de playa a remojarnos pero sin reservar, la idea era un hostal o algo así donde pudiéramos cambiar de lugar sin problema si no nos gustaba. Bien. Yo, muy aplicada hice un listado de hoteles, hostales y pensiones con direcciones y teléfonos.
Con la maleta hecha, cerramos nuestro pisito y cargamos el coche, emocionadísimos, con una sonrisa de oreja a oreja y la música en el casette a toda pastilla. Llega el momento de arrancar el coche y veo a mi chico, muy moreno él, cambiar de color de forma instantánea de pálido a verdoso. Yo seguía emocionada cantando a voz en grito y disfrutando de vete tu a saber que canción de la época (lo mismo hasta era Chiquilla que es necesario gritarla)
-¿Que pasa? -pregunto cuando él me mira con cara de "¿se callará algún día?"
-El coche no arranca.-dice sin más.
-Pues prueba otra vez.-digo inocente de mi.
-Está roto. No podemos viajar.-dice tajante.

Mi cara de decepción debió ser un poema porque hasta sonrió el pobre, pero en cuestión de segundos me recompuse y tiré de optimismo.

-Bueno, nos quedamos en Madrid, salimos y vemos pelis.-dije.
-Vale.-dijo él, claro que no nos quedaba otra.

Descargamos el coche, comimos fuera y a la que volvíamos a casa alquilamos un par de pelis en el videoclub.
Nada más llegar puse la tv...
-¡Ostras tío, esto no funciona! -Dije cuando la tele no se encendía.
-¡No fastidies!-dijo él corriendo hacia el aparato como si no hubiera mañana.

Vale, pues se había roto la tele, el video y el microondas por culpa de una subida de tensión.
A mi me dio por reír, a él no.

Así que en nuestras primeras vacaciones, lejos de disfrutar en la playa, tomar mojitos en el chiringuito o paellitas a la brisilla del mar, tuvimos que comprar una Televisión, un video, un microondas y arreglar el coche que se había jorobado el motor de arranque....

¡ODIO VIAJAR!

No hay comentarios:

Publicar un comentario