martes, 22 de marzo de 2016

Vamos a tomar el fresco.

Aun recuerdo a mi abuela diciéndome:
-Termínate la cena, que nos esperan para tomar el fresco.

En Andalucía era costumbre después de cenar las vecinas se reunían en la calle para charlar un rato, la verdad es que te podían dar las tantas de la noche entre risas y cotilleos.

Las niñas jugaban a las casitas con cacharritos y legumbres secas y los niños iban de "caza", yo por supuesto me iba de caza. Irse de caza era buscar y atrapar bichos en general, cuanto más asquerositos mucho mejor.

Recuerdo tener las rodillas y los codos desollados desde que llegaba a Hinojosa hasta que volvía a Madrid, a mis amigos revoloteando siempre por la casa de mi abuela y a ella rezongando por no tener una nieta normal que jugase a los disfraces en vez de estar siempre llena de barro y guardando bichos debajo de la cama.

Me rio cuando pienso en que estaba mucho más tiempo castigada sentada en la silla de enea escuchando a los mayores y aburriéndome como un hongo que jugando, pero es que hacía cada una...
Una vez vendí todo el perejil de mi abuela a las vecinas, y me gasté todo el dinero en pipas, llegue a casa con mas de un kilo, cuando mi abuela descubrió de donde había salido el dinero, puff!!

Quise experimentar y ver que pasaba si hacía pis en las flores de jardín, hasta que me pilló en plena faena y lo que descubrí fue que el culete se pone colorado si te dan una cachetada sin braguitas.

Otra vez le dimos agua sucia del cubo de la fregona a un vecino diciéndole que era medicina, en esa ocasión no actué sola, estaban mi hermano y Jorge, mi primo, que juntos éramos como un terremoto. Cuando la madre del crio se enteró mi madre nos persiguió por toda la casa intentándonos cazar para calentarnos el culo hasta que se cansó y nos ignoró, es que eran vacaciones.

Otro día de aquel mismo verano, mi madre y mi tía salieron con los pequeños (mi hermana y Javi el peque de mis primos) y nos quedamos los tres solos, nos aburríamos mucho, hasta que entramos en la cocina y vimos dos docenas de huevos sobre la encimera... Se me ocurrió que podíamos hacer un concurso de a ver quien llegaba más alto, y oye no sé quien ganó pero nos reímos una jartá. Cuando llegaron las madres se sorprendieron porque no había huevos, pero no le dieron importancia hasta un par de días más tarde que se dieron cuenta de que la pared del vecino que daba a nuestra casa estaba llenita de chorretones que parecían ser de huevos, se entretuvieron hasta en contarlos y claro, nos pillaron y claro, nos castigaron.

Lo de tomar el fresco era genial, era una forma de reunirse, de ponerse al día, de aprender cosas.
Creo que es algo que voy a echar de menos siempre.

Un besazo Arañitas Mías!!!
 

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